Por los ojos de un Masón Parte 2

Por los ojos de un Masón Parte 2

Por los ojos de un Masón Parte 2

 

            La revolución o levantamiento de Ayutla fue organizado por un grupo de liberales, liderados por Juan Álvarez, el cacique más importante del estado de Guerrero, que deseaban acabar con la dictadura de Santa Anna, la injusticia y los privilegios sociales y el rezago educativo en el país.

 

            Los liberales mexicanos, tanto los que se encontraban en el exilio como los del territorio nacional, conformaban una joven generación de políticos con ideas diferentes. Conscientes de los problemas tradicionales de la nación y aun adoloridos por las guerras con los Estados Unidos estaban dispuestos a hacer lo que estuviese en sus manos para evitar que esta situación subsistiera por más tiempo. Ideológicamente se les puede considerar como herederos de la vertiente más radical del Partido del Progreso. Creían fervientemente que la única manera de hacer de México un país moderno era romper completamente con el pasado, al que consideraban un lastre nacional. No solo fueron imitadores del Partido del Progreso, sino también hicieron aportes vinculados con las ideas libertarias que estaban de moda en Europa, con relación a: los derechos del ciudadano, al establecimiento de un sistema democrático, la instrucción del pueblo y la separación de la Iglesia del Estado.          

 

            En el sur del país, particularmente en el estado de Guerrero, el Gral. Juan Álvarez estableció desde inicios de la independencia un cacicazgo. A Santa Anna no le gustaban los caciques y en especial Juan Álvarez, por su poder regional y por su ideología netamente liberal. El cacique por su parte estaba en contra de los atropellos cometidos por el caudillo contra los miembros de su Partido y contra los mexicanos en general; por ello, organizó un levantamiento armado contra el gobierno de Santa Anna.

 

            El grupo de jóvenes liberales y de mediana edad se unió a Juan Álvarez para organizar el movimiento armado y entre todos suscribieron el Plan de Ayutla. En el Plan se desconocía a Santa Anna y proponían que el ejercito eligiese a un jefe como presidente interino, cuyas funciones serían las de convocar a un Congreso constituyente y posteriormente a elecciones. Desde un inicio el movimiento mostró ser exitoso, especialmente porque contaron con el apoyo de los liberales exiliados en Estados Unidos, como Don Benito Juárez, Melchor Ocampo y otros, que no dudaron en compartir los escasos recursos económicos con los que sobrevivían. Por otro lado el movimiento tuvo seguidores en el país, como hacendados, militares, campesinos, comerciantes … que optaron tomar las armas o por colaborar de cualquier otra forma que les fuera posible, hasta que el levantamiento alcanzó la dimensión nacional.

 

            En abril de 1855, Santa Anna tomó el mando del ejercito y marchó rumbo a Guerrero con la intensión de acabar con el foco de subversión, sin embargo, el presidente mostró una vez más su falta de pericia militar, pues fue derrotado. Como la situación estaba perdida, decidió salir del país, antes de que su vida corriera peligro.

 

            Los revolucionarios se reunieron y en cumplimiento con lo acordado en el Plan de Ayutla, proclamaron a Juan Álvarez como presidente interino, quien a su vez convocó a un Congreso Constituyente.

 

            Una importante característica del gobierno de Juan Álvarez es que conformó su gabinete con jóvenes liberales. Gracia s a ello es que gente tan importante para la historia nacional como; Melchor Ocampo, Benito Juárez, Guillermo Prieto e Ignacio Comonfort, tuvieron la oportunidad de una activa participación política, que, en muchos casos culmino hasta finales del siglo XIX.

 

            Los grupos conservadores de la sociedad, que no eran pocos, no apoyaron a este gobierno pues creían que, como había sucedido con Vicente Guerrero, estaba encabezado por un político poco hábil y falto de educación. A la par también comenzaron a evidenciarse las diferencias entre liberales moderados y los puros o radicales. En esta pequeña “competencia” , por así llamarle, triunfó el primer bando que convenció al presidente de la conveniencia de mantener al ejercito anterior y reformado.

 

            Esta administración se interesó por hacer leyes que permitieran mantener en orden al país bajo los ideales del liberalismo, ejemplo de lo anterior, fueron la Ley Juárez, redactada por Don Benito Juárez, siendo ministro de Justicia, en la que se suprimían los fueros militares y religiosos en los asuntos civiles; y la disposición de Melchor Ocampo que privaba el derecho de voto al clero. Quedaba claro que el gobierno iba aplicar una política agresiva contra el ejercito y especialmente contra el clero, los dos grupos que más se identificaban con el partido conservador.

 

            Por motivos personales el Gral. Juan Álvarez renunció a su cargo en diciembre de1855 y dejó al Gral. Ignacio Comonfort como el responsable de la presidencia de México.

 

            Comonfort, aclaró que su gobierno sería conciliador, incluyente y respetuoso de la libertad, así como; fomentar el orden. Los resultados no se hicieron esperar, pues sometió rápidamente a las bandas de asaltantes, a los indígenas sublevados e inicialmente logró calmar a los conservadores.

 

            Sin embargo, la mayor preocupación de Comonfort era crear una nueva Constitución más acorde a los ideales liberales. El Congreso estaba reunido desde 1855, poco tiempo para poder hacer una Constitución. A fin de llenar este vacío, el presidente hizo una serie de decretos en los que se exaltaban las garantías individuales, tales como; libertad, seguridad, igualdad y propiedad, se abolían; la esclavitud, los monopolios, los castigos degradantes, la pena de muerte y los préstamos forzosos; se prohibía la coacción civil en los votos eclesiásticos y el último que disolvía nuevamente a la Compañía de Jesús a México. A pesar de tratarse de un gobierno liberal moderado, quedaba en claro que su intensión era debilitar a la Iglesia, ya que esta era vista como una organización cuyo poder rivalizaba con el estado mexicano.

 

            Al ver estas medidas, los miembros de su gabinete se sintieron más libres para actuar. En 1856 el secretario de Hacienda, Miguel Lerdo de Tejada, emitió la Ley Lerdo por la que se exigía que se desamortizaran las corporaciones civiles y eclesiásticas, para poner en circulación las riquezas estancadas en manos muertas. En otras palabras, la ley exigía que aquellas propiedades, que, teniendo dueño, no eran utilizadas pasaran a manos del gobierno y este las vendería. En el fondo se deseaba debilitar el poder económico del clero, crear un grupo de pequeños propietarios e incrementar los ingresos del estado. Ese mismo año se expide la Ley Iglesias, que prohibía a la iglesia el cobro de diezmos y de derechos por servicios eclesiásticos a los menesterosos.

 

            Al fin la Constitución fue proclamada el 5 de febrero de 1857 por ello es conocida como la Constitución de 1857. Los debates entre los liberales fueron muy intensos. Los radicales, aunque conformaban un grupo minoritario, tenían a un representante estelar en Valentín Gómez Farías, quien se empeño en que los principios del Partido del Progreso formaran parte de la nueva Constitución. los moderados, por su parte, querían que los contenidos liberales estuvieran en el documento, pero, no deseaban que todos los principios de dicho Partido estuvieran ahí, pues su virulencia podría generar desordenes, fueron las continuas discusiones y la ausencia de consenso las razones que evitaron que la Carta Magna saliera rápidamente a la luz de la nación.

 

            Este documento definía a México como “republicano, federalista, democrático y liberal” y mostraba una mayor preocupación por lo social, especialmente por las garantías individuales. En conformidad al ideario liberal, reconocía a los hombres ciertos derechos que poseían por nacimiento, no por la voluntad del Estado y que debería ser respetada por las autoridades e instituciones políticas.

 

            El artículo 3º Constitucional, hacia referencia a la libertad de enseñanza, el 4º a la libertad de trabajo, el 7º trataba sobre la libertad de prensa, mientras que el 5º reconocía el derecho a recibir un jornal justo y afirmaba que los votos monásticos iban en contra de la libertad del ser humano. En materia religiosa, los artículos 15º y 127º fueron los que se prestaron a más discusiones, pues mientras que el primero reconocía la libertad de cultos, (con preferencia) el segundo cedía al Estado el derecho a legislar en materia religiosa. Con relación al respeto de los derechos de los individuos, esta Constitución tuvo un gran aporte al contener la ley de derecho de amparo, misma que fue pensada para que defendiera a los ciudadanos frente a los abusos del Estado.

 

            En un principio se generaron críticas y discursos por parte de los conservadores y liberales, pero, conforme los ánimos se fueron caldeando más y más, ambos grupos cambiaron las plumas por espadas.

 

            En el mismo año de 1857 estallaron movimientos conservadores contra el gobierno, deseaban derrocar al presidente y quitar las leyes liberales. De todos los levantamientos el de Puebla fue el de mayor fuerza. Allí, militares y clérigos se unieron para adueñarse de la ciudad, convertida en el centro del movimiento y acabar con las leyes liberales. Tras muchos esfuerzos, Comonfort logró hacerse de la ciudad y ordenó una serie de medidas drásticas para que sirvieran como ejemplo al resto de los levantados del país. Los bienes de la iglesia fueron confiscados mientras que los clérigos y militares golpistas fueron encarcelados, fusilados o exiliados.

 

            Los levantamientos continuaron y comenzaron a expandirse por el país de tal manera que la lucha entre el gobierno, clero y ejercito se convirtió en una guerra civil.

 

             El general Félix Zuloaga, conservador de pura cepa, lanzó el Plan de Tacubaya por el que desconocía la Constitución de 1857, proponía la creación de un nuevo Congreso constituyente y reconocía a Comonfort como presidente del país con facultades omnímodas para que este se adhiera al movimiento y tuviese más posibilidades de éxito. El presidente optó por unirse a los rebeldes, pues creía que las autoridades estatales y la mayoría del grupo liberal lo seguiría, lo que en realidad jamás sucedió. Sus compañeros de Partido no estaban de acuerdo con que se derogase la legislación reformista y menos aún cuando el presidente, bajo la influencia de los conservadores había dado la orden de que se encarcelara a Don Benito Juárez, en ese tiempo jefe de la Suprema Corte de Justicia. Fue este último hecho el que mostró a los liberales que era Félix Zuloaga quien gobernaba al país.

 

            La falta de apoyo que recibió el presidente Comonfort de los liberales no agradó a los conservadores, quienes al ver que aún el presidente dejaba de serles útil, decidieron quitarlo de su puesto. En enero de 1858, las guarniciones de México y Tacubaya desconocieron al presidente y se pronunciaron a favor de Félix Zuloaga. Comonfort reconoció su error y para resarcirlo ahora que ya no tenía el poder, sacó de la cárcel a Benito Juárez y a otros liberales, pactó un armisticio con Zuloaga y se exilió en Estados Unidos.

 

            Benito Juárez no se quedó en la capital, pues sabía que corría peligro y huyó a Guanajuato para ponerse a salvo. Aseguraba que el era el presidente legal de México por ser jefe de la Suprema Corte de Justicia, aunque era legitima su proclama de poco sirvió pues la mayoría del ejercito y de sus grandes líderes se habían pasado al bando conservador, mientras que, quienes le seguían eran en su mayoría civiles y algunos militares de carrera.

 

Cuando la situación le fue contraria, Juárez tuvo que salir de Guanajuato y refugiarse en Guadalajara, en donde traidores de su propio ejercito lo apresaron e intentaron fusilar. Sin embargo, el oaxaqueño logró salvar la vida, gracias a la intervención de Guillermo Prieto. Quien pronunció un discurso que convenció a los que iban a cometer el error de ser verdugos de Juárez. Salió ileso, salvo la vida y desde Manzanillo partió hacia Veracruz a donde llegó en mayo de 1858 y estableció su gobierno. Facultado legalmente por la Constitución de 1857.

 

            El avance conservador fue veloz y ello les hizo sentirse dueños de la república y triunfadores de la guerra, puesto que, a casi un año de haberse iniciado, el conflicto les era favorable. Sin embargo, a finales de 1858, cuando comenzaron a darse las divisiones en el seno de este grupo, un contingente de militares conservadores desconoció a Zuloaga y proclamó como presidente al Gral. Miguel Miramón.

 

            Miramón era un joven militar, de los más brillantes en la historia de México, según algunos historiadores, que tenía fama de ser muy exitoso en lo que a las armas se refería. Existen dos datos de este personaje que vale la pena mencionar. Fue compañero de generación de los cadetes de Chapultepec los “niños héroes” en la época de la guerra contra Estados Unidos y ha sido el presidente más joven en la historia del país, pues tenía solo 26 años cuando asumió el cargo.

 

             En febrero de 1859, Miramón fue proclamado presidente del país y como primera medida de gobierno, decidió tomar el puerto de Veracruz para acabar con Juárez y la guerra. A pesar de la superioridad de su ejercito, el presidente no pudo tomar el lugar y hubo de conformarse con establecer un sitio alrededor del puerto. Mientras tanto el liberal Santos Degollado salió de Toluca para atacar a la cdmx, pero fue derrotado por el conservador Leonardo Márquez.

 

            El año de 1859 fue importante, pues en la guerra se presentó un equilibrio de fuerzas que empantanó el conflicto de tal manera que difícilmente se veía salida. Sin embargo, Benito Juárez siguió haciendo su trabajo y creyó que había llegado el momento de darle un duro golpe a los aliados de los conservadores y decretó las Leyes de Reforma.

 

             Este conjunto de leyes pretendía llevar a la práctica el ideario liberal de Ayutla. Durante el conflicto armado, su principal objetivo era atacar a la iglesia por ser una institución que rivalizaba con el poder del Estado y que impedía el pleno desarrollo de éste y de la sociedad mexicana.

 

            Producto de este estancamiento, también fue el deseo de los bandos de obtener el reconocimiento extranjero por lo que tanto liberales como conservadores comenzaron a buscar aliados fuera del país, Benito Juárez obtuvo el reconocimiento de Estados Unidos y Miguel Miramón el de España, tanto Estados Unidos como España firmaron tratados en los que cada uno condicionaba el reconocimiento del presidente mexicano a cambio de ciertas condiciones.

 

            Los liberales pactaron con el gobierno norteamericano el Tratado de McLane-Ocampo, llamado así por los dos personajes que intervinieron en él, por este Estados Unidos reconocía a Benito Juárez como presidente de México a cambio de la concesión a perpetuidad del tránsito libre por el istmo de Tehuantepec y por el camino entre los puertos de Mazatlán y Guaymas, en el caso de los ciudadanos americanos, además exigían que se permitiese la entrada libre de tropas americanas de Guaymas a Nogales. Este documento generó muchas críticas entre los liberales moderados, pues preferían firmar la paz con los conservadores que “vender” el país a Estados Unidos, como se decía que lo estaba haciendo Juárez. El tratado fue rechazado por el senado norteamericano.

   Los grupos conservadores de la sociedad, que no eran pocos, no apoyaron a este gobierno pues creían que, como había sucedido con Vicente Guerrero, estaba encabezado por un político poco hábil y falto de educación. A la par también comenzaron a evidenciarse las diferencias entre liberales moderados y los puros o radicales. En esta pequeña “competencia” , por así llamarle, triunfó el primer bando que convenció al presidente de la conveniencia de mantener al ejercito anterior y reformado.

 

            Esta administración se interesó por hacer leyes que permitieran mantener en orden al país bajo los ideales del liberalismo, ejemplo de lo anterior, fueron la Ley Juárez, redactada por Don Benito Juárez, siendo ministro de Justicia, en la que se suprimían los fueros militares y religiosos en los asuntos civiles; y la disposición de Melchor Ocampo que privaba el derecho de voto al clero. Quedaba claro que el gobierno iba aplicar una política agresiva contra el ejercito y especialmente contra el clero, los dos grupos que más se identificaban con el partido conservador.

 

            Por motivos personales el Gral. Juan Álvarez renunció a su cargo en diciembre de1855 y dejó al Gral. Ignacio Comonfort como el responsable de la presidencia de México.

 

            Comonfort, aclaró que su gobierno sería conciliador, incluyente y respetuoso de la libertad, así como; fomentar el orden. Los resultados no se hicieron esperar, pues sometió rápidamente a las bandas de asaltantes, a los indígenas sublevados e inicialmente logró calmar a los conservadores.

 

            Sin embargo, la mayor preocupación de Comonfort era crear una nueva Constitución más acorde a los ideales liberales. El Congreso estaba reunido desde 1855, poco tiempo para poder hacer una Constitución. A fin de llenar este vacío, el presidente hizo una serie de decretos en los que se exaltaban las garantías individuales, tales como; libertad, seguridad, igualdad y propiedad, se abolían; la esclavitud, los monopolios, los castigos degradantes, la pena de muerte y los préstamos forzosos; se prohibía la coacción civil en los votos eclesiásticos y el último que disolvía nuevamente a la Compañía de Jesús a México. A pesar de tratarse de un gobierno liberal moderado, quedaba en claro que su intensión era debilitar a la Iglesia, ya que esta era vista como una organización cuyo poder rivalizaba con el estado mexicano.

 

            Al ver estas medidas, los miembros de su gabinete se sintieron más libres para actuar. En 1856 el secretario de Hacienda, Miguel Lerdo de Tejada, emitió la Ley Lerdo por la que se exigía que se desamortizaran las corporaciones civiles y eclesiásticas, para poner en circulación las riquezas estancadas en manos muertas. En otras palabras, la ley exigía que aquellas propiedades, que, teniendo dueño, no eran utilizadas pasaran a manos del gobierno y este las vendería. En el fondo se deseaba debilitar el poder económico del clero, crear un grupo de pequeños propietarios e incrementar los ingresos del estado. Ese mismo año se expide la Ley Iglesias, que prohibía a la iglesia el cobro de diezmos y de derechos por servicios eclesiásticos a los menesterosos.

 

            Al fin la Constitución fue proclamada el 5 de febrero de 1857 por ello es conocida como la Constitución de 1857. Los debates entre los liberales fueron muy intensos. Los radicales, aunque conformaban un grupo minoritario, tenían a un representante estelar en Valentín Gómez Farías, quien se empeño en que los principios del Partido del Progreso formaran parte de la nueva Constitución. los moderados, por su parte, querían que los contenidos liberales estuvieran en el documento, pero, no deseaban que todos los principios de dicho Partido estuvieran ahí, pues su virulencia podría generar desordenes, fueron las continuas discusiones y la ausencia de consenso las razones que evitaron que la Carta Magna saliera rápidamente a la luz de la nación.

 

            Este documento definía a México como “republicano, federalista, democrático y liberal” y mostraba una mayor preocupación por lo social, especialmente por las garantías individuales. En conformidad al ideario liberal, reconocía a los hombres ciertos derechos que poseían por nacimiento, no por la voluntad del Estado y que debería ser respetada por las autoridades e instituciones políticas.

 

            El artículo 3º Constitucional, hacia referencia a la libertad de enseñanza, el 4º a la libertad de trabajo, el 7º trataba sobre la libertad de prensa, mientras que el 5º reconocía el derecho a recibir un jornal justo y afirmaba que los votos monásticos iban en contra de la libertad del ser humano. En materia religiosa, los artículos 15º y 127º fueron los que se prestaron a más discusiones, pues mientras que el primero reconocía la libertad de cultos, (con preferencia) el segundo cedía al Estado el derecho a legislar en materia religiosa. Con relación al respeto de los derechos de los individuos, esta Constitución tuvo un gran aporte al contener la ley de derecho de amparo, misma que fue pensada para que defendiera a los ciudadanos frente a los abusos del Estado.

 

            En un principio se generaron críticas y discursos por parte de los conservadores y liberales, pero, conforme los ánimos se fueron caldeando más y más, ambos grupos cambiaron las plumas por espadas.

 

            En el mismo año de 1857 estallaron movimientos conservadores contra el gobierno, deseaban derrocar al presidente y quitar las leyes liberales. De todos los levantamientos el de Puebla fue el de mayor fuerza. Allí, militares y clérigos se unieron para adueñarse de la ciudad, convertida en el centro del movimiento y acabar con las leyes liberales. Tras muchos esfuerzos, Comonfort logró hacerse de la ciudad y ordenó una serie de medidas drásticas para que sirvieran como ejemplo al resto de los levantados del país. Los bienes de la iglesia fueron confiscados mientras que los clérigos y militares golpistas fueron encarcelados, fusilados o exiliados.

 

            Los levantamientos continuaron y comenzaron a expandirse por el país de tal manera que la lucha entre el gobierno, clero y ejercito se convirtió en una guerra civil.

 

             El general Félix Zuloaga, conservador de pura cepa, lanzó el Plan de Tacubaya por el que desconocía la Constitución de 1857, proponía la creación de un nuevo Congreso constituyente y reconocía a Comonfort como presidente del país con facultades omnímodas para que este se adhiera al movimiento y tuviese más posibilidades de éxito. El presidente optó por unirse a los rebeldes, pues creía que las autoridades estatales y la mayoría del grupo liberal lo seguiría, lo que en realidad jamás sucedió. Sus compañeros de Partido no estaban de acuerdo con que se derogase la legislación reformista y menos aún cuando el presidente, bajo la influencia de los conservadores había dado la orden de que se encarcelara a Don Benito Juárez, en ese tiempo jefe de la Suprema Corte de Justicia. Fue este último hecho el que mostró a los liberales que era Félix Zuloaga quien gobernaba al país.

 

            La falta de apoyo que recibió el presidente Comonfort de los liberales no agradó a los conservadores, quienes al ver que aún el presidente dejaba de serles útil, decidieron quitarlo de su puesto. En enero de 1858, las guarniciones de México y Tacubaya desconocieron al presidente y se pronunciaron a favor de Félix Zuloaga. Comonfort reconoció su error y para resarcirlo ahora que ya no tenía el poder, sacó de la cárcel a Benito Juárez y a otros liberales, pactó un armisticio con Zuloaga y se exilió en Estados Unidos.

 

            Benito Juárez no se quedó en la capital, pues sabía que corría peligro y huyó a Guanajuato para ponerse a salvo. Aseguraba que el era el presidente legal de México por ser jefe de la Suprema Corte de Justicia, aunque era legitima su proclama de poco sirvió pues la mayoría del ejercito y de sus grandes líderes se habían pasado al bando conservador, mientras que, quienes le seguían eran en su mayoría civiles y algunos militares de carrera.

 

Cuando la situación le fue contraria, Juárez tuvo que salir de Guanajuato y refugiarse en Guadalajara, en donde traidores de su propio ejercito lo apresaron e intentaron fusilar. Sin embargo, el oaxaqueño logró salvar la vida, gracias a la intervención de Guillermo Prieto. Quien pronunció un discurso que convenció a los que iban a cometer el error de ser verdugos de Juárez. Salió ileso, salvo la vida y desde Manzanillo partió hacia Veracruz a donde llegó en mayo de 1858 y estableció su gobierno. Facultado legalmente por la Constitución de 1857.

 

            El avance conservador fue veloz y ello les hizo sentirse dueños de la república y triunfadores de la guerra, puesto que, a casi un año de haberse iniciado, el conflicto les era favorable. Sin embargo, a finales de 1858, cuando comenzaron a darse las divisiones en el seno de este grupo, un contingente de militares conservadores desconoció a Zuloaga y proclamó como presidente al Gral. Miguel Miramón.

 

            Miramón era un joven militar, de los más brillantes en la historia de México, según algunos historiadores, que tenía fama de ser muy exitoso en lo que a las armas se refería. Existen dos datos de este personaje que vale la pena mencionar. Fue compañero de generación de los cadetes de Chapultepec los “niños héroes” en la época de la guerra contra Estados Unidos y ha sido el presidente más joven en la historia del país, pues tenía solo 26 años cuando asumió el cargo.

 

             En febrero de 1859, Miramón fue proclamado presidente del país y como primera medida de gobierno, decidió tomar el puerto de Veracruz para acabar con Juárez y la guerra. A pesar de la superioridad de su ejercito, el presidente no pudo tomar el lugar y hubo de conformarse con establecer un sitio alrededor del puerto. Mientras tanto el liberal Santos Degollado salió de Toluca para atacar a la cdmx, pero fue derrotado por el conservador Leonardo Márquez.

 

            El año de 1859 fue importante, pues en la guerra se presentó un equilibrio de fuerzas que empantanó el conflicto de tal manera que difícilmente se veía salida. Sin embargo, Benito Juárez siguió haciendo su trabajo y creyó que había llegado el momento de darle un duro golpe a los aliados de los conservadores y decretó las Leyes de Reforma.

 

             Este conjunto de leyes pretendía llevar a la práctica el ideario liberal de Ayutla. Durante el conflicto armado, su principal objetivo era atacar a la iglesia por ser una institución que rivalizaba con el poder del Estado y que impedía el pleno desarrollo de éste y de la sociedad mexicana.

 

            Producto de este estancamiento, también fue el deseo de los bandos de obtener el reconocimiento extranjero por lo que tanto liberales como conservadores comenzaron a buscar aliados fuera del país, Benito Juárez obtuvo el reconocimiento de Estados Unidos y Miguel Miramón el de España, tanto Estados Unidos como España firmaron tratados en los que cada uno condicionaba el reconocimiento del presidente mexicano a cambio de ciertas condiciones.

 

            Los liberales pactaron con el gobierno norteamericano el Tratado de McLane-Ocampo, llamado así por los dos personajes que intervinieron en él, por este Estados Unidos reconocía a Benito Juárez como presidente de México a cambio de la concesión a perpetuidad del tránsito libre por el istmo de Tehuantepec y por el camino entre los puertos de Mazatlán y Guaymas, en el caso de los ciudadanos americanos, además exigían que se permitiese la entrada libre de tropas americanas de Guaymas a Nogales. Este documento generó muchas críticas entre los liberales moderados, pues preferían firmar la paz con los conservadores que “vender” el país a Estados Unidos, como se decía que lo estaba haciendo Juárez. El tratado fue rechazado por el senado norteamericano.

A través de los Ojos de un Masón Parte 5

A través de los Ojos de un Masón Parte 5

La segunda República Federal (1846-1848) y

la guerra con los Estados Unidos

Otro levantamiento militar estalló en 1845 y culminó al siguiente año, cuando el Congreso reconoció como presidente al Gral. Mariano Paredes. Preparó al país para afrontar la guerra contra Estados Unidos, conflicto al que consideraba ineludible. Sus esfuerzos fueron poco útiles, pues al momento en que estalló el conflicto bélico. Yucatán se independizó por segunda vez y un levantamiento federalista le derrocó y puso en su lugar nuevamente al Gral. Santa Anna, quien a su vez escogió a Valentín Gómez Farías como su vicepresidente.

Desde la década de los cuarenta del siglo XIX la política del gobierno americano fue de expansión territorial y en ella se encontraba México que representaba un papel muy importante. En 1845, las autoridades americanas enviaron una comisión a México para ver si el gobierno estaba dispuesto a vender Alta California y Nuevo México por 20 millones de dólares o de pesos, pues entonces ambas monedas se cotizaban a la par. La inestabilidad reinante en el país impidió que estos comisionados pudieran hacer el ofrecimiento al gobierno, por lo que se regresaron a su país con las manos vacías. El entonces presidente de los Estados Unidos James K. Polk, comprendió que sería más fácil adquirir dichos territorios por una guerra que intentar comprarlos.

En mayo de 1846 un grupo de soldados norteamericanos penetró a México sin la autorización del gobierno y cuando se toparon con tropas nacionales se inició un pequeño combate en el que no hubo muertos. Era claro que se trataba de una provocación en la que cayeron los mexicanos y que sirvió de pretexto al presidente Polk para declararle la guerra a México, al afirmar que habían sido los soldados mexicanos quienes habían invadido al territorio estadounidense.

El ejercito norteamericano invadió Alta California mientras que Santa Anna una vez más, intentaba improvisar un ejercito y hacerse de recursos económicos para mantenerlo. El avance hacia el sur por los estadounidenses mandados por el Gral. Zacarías Taylor era arrollador, la improvisación y falta de preparación militar de los mexicanos ayudaba bastante a ello y al poco tiempo de haber de haber iniciado la guerra y después de derrotar a las fuerzas mexicanas en Palo Alto y Resaca de la Palma, ya se encontraban en Monterrey, Santa Anna decidió salir con rumbo al norte y dejó a Gómez Farías como presidente interino del país, con la encomienda de que se hiciera de recursos parta afrontar la guerra. El 22 y 23 de febrero de 1846, el ejercito mexicano atacó a los norteamericanos en la Angostura y a punto de obtener la victoria, Santa Anna ordeno la retirada, resultando que el ejercito victorioso se convirtió en derrotado.

Gómez Farías, consideró que la manera más fácil y conveniente para los liberales de obtener los recursos era quitándoselos a la iglesia. En enero de 1847 emitió una ley que autorizaba al gobierno a apropiarse de los bienes de la iglesia hasta alcanzar la recaudación de 15 millones de pesos. La reacción fue similar a la que se vivió diez años antes. El pueblo y el clero se levantaron en armas y la cdmx se convirtió en otro campo de batalla, en el que la muchedumbre enardecida impidió que Gómez Farías pudiera salir de Palacio Nacional. Tan mal estaba la situación que Santa Anna tuvo que dejar el frente de guerra, en el que solo había sufrido derrotas, para rescatar a su vicepresidente en la cdmx, anuló el decreto que había desatado el conflicto a cambio de una “cooperación voluntaria” del clero por 100 mil pesos.

Para dar fin a la guerra, los norteamericanos abrieron otro frente de batalla al invadir el puerto de Veracruz. Ahora los invasores atacaban por el norte y por el sureste del país, mientras que el ejercito mexicano no podía detener su avance.

A mediados de 1847 era casi un hecho que las tropas invasoras llegaran a la Ciudad de México, (cdmx). Así que las autoridades políticas, encabezadas por el presidente, hicieron los preparativos para impedirlo. Todas las entradas a la urbe fueron reforzadas, especialmente las del norte, con soldados, guardias nacionales, y voluntarios. El 7 de septiembre se dieron los primeros enfrentamientos en la Casa Mata, Molino del Rey y Churubusco, pero, el más famoso tuvo lugar el 13 de septiembre en el Castillo de Chapultepec, entonces sede del Colegio Militar. Ahí los jóvenes cadetes y el ejercito norteamericano se batieron en una lucha desigual de la que salieron victoriosas las armas extranjeras. Con el paso del tiempo esta hazaña exaltó el patriotismo con el que combatieron seis jóvenes cadetes a los que, a fines del siglo XIX se les comenzó a llamar “los niños héroes”.

La caída de Chapultepec tuvo dos consecuencias inmediatas, la renuncia de Santa Anna a la presidencia del país y la ocupación de los norteamericanos de la cdmx. El nuevo gobierno encabezado por Manuel Peña y Peña comenzó a tramitar la paz con los Estados Unidos en una serie de conversaciones que culminaron con la firma a inicios de 1848 de los Trataos de Guadalupe Hidalgo, por él México se veía obligado a vender la Alta California y Nuevo México por 15 millones de dólares; a cambio Estados Unidos pagaría los gastos de guerra y los daños sufridos por sus connacionales en México.

Indiscutiblemente estas experiencias aunadas a la independencia de Texas fueron frustrantes para la mayoría de los mexicanos, quienes habían constatado que a menos de 30 años de haberse consumado la independencia del Imperio Mexicano ya se había perdido más de la mitad del territorio.

            Hasta aquí esta nota sintehistográfica del periodo de La segunda República Federal (1846-1848) y guerra con los Estados Unidos.

A través de los Ojos de un Masón Parte 4

A tráves de los ojos de un Masón Parte Cuatro

La República Centralista (1835-1846) y la Independencia de Texas

 

            Mientras se llevaban a cobo los debates en el Congreso, estalló un grave problema en el norte del país: la independencia de Texas.

  Una de las mayores problemáticas que había tenido Texas en tiempos virreinales era el de su despoblamiento. Para que esta tierra pudiera ser explotada, la corona española había fomentado el establecimiento de colonos extranjeros, aunque una de las condiciones era la de ser católicos, la mayoría de los individuos que se asentaron eran sajones protestantes, hoy en día diríamos estadounidenses, que con tal de recibir tierras, aseguraban ser católicos. Con la independencia el gobierno mexicano siguió con esta política de poblamiento, mientras que el gobierno norteamericano comenzó a financiar el establecimiento de colonos adeptos a él.

 

            Los problemas con esta situación eran varios pues, en principio ninguna autoridad mexicana supervisaba este proceso de colonización y en consecuencia, no se tenía control del mismo. Por otro lado, los gobiernos mexicanos no mostraron interés alguno por Texas, ya que quedaba muy lejos de la capital del país y ello les permitió a los texanos disponer de una autonomía a la que velozmente se acostumbraron y que les permitió hablar sobre una hipotética independencia.

 

            Tras varias advertencias, en marzo de 1836 los colonos se levantaron en armas contra México y se constituyeron en una república con Sam Houston como presidente. Santa Anna decidió castigar a los levantados y para ello improvisó un ejercito en San Luis Potosí, mal armados y sin las provisiones necesarias, el que hizo caminar en marchas forzadas por todo el territorio nacional hasta llegar a Texas, allí se enfrentó en varias batallas al enemigo, siendo la más famosa la del “El Álamo”, fortín de San Antonio, pues por órdenes de Santa Anna, los soldados mexicanos pasaron por las armas a todos los sobrevivientes que encontraron.

 

            Cuando parecía que los mexicanos iban a ganar la guerra, si ejercito fue vencido en un ataque sorpresa, Santa Anna fue apresado y obligado a firmar los Tratados de Velasco, por lo que, sin tener autoridad para ello, concedía la independencia a Texas. A su regreso a México, el general mexicano fue repudiado y tildado de traidor, en una situación que los centralistas supieron aprovechar para darle más fuerza a sus argumentos contra el federalismo.

 

            Por esta época ya muerto el rey Fernando VII, España reconoció por fin la independencia de México, firmándose el Tratado en Madrid.

 

            El 30 de diciembre de 1836 el Congresos promulgó Las Siete Leyes, conocidas también como Constitución de 1836, este documento hacía referencia al Supremo Poder Conservador, un organismo creado para supervisar a los otros tres poderes políticos; El ejecutivo, Legislativo y Judicial, y limitaba los derechos de los estados de la república.

 

            Fue el 1837 cuando el Congreso nombró, como presidente a Anastasio Bustamante, pues muchos de sus miembros guardaban un buen recuerdo de él y seguían creyendo que era el único que podría ordenar el país. Pero Bustamante era un hombre diferente y en vez de gobernar con mano dura decidió conciliar con centralistas, federalistas y progresistas. Para evitar así, que otro golpe de estado lo depusiera.

 

            Este cambio de actitud del presidente poco sirvió, pues los federalistas, que querían retomar el poder, comenzaron a organizar sistemáticamente levantamientos en el centro y norte del país. A ello habría que sumar otras calamidades como, temblores, inundaciones y plagas que se dieron por todo el territorio nacional.

 

            En 1838 cuando la situación era crítica, Bustamante tuvo que afrontar un conflicto de orden internacional, pues barcos franceses llegaron al puerto de Veracruz y comenzaron a atacarlo, los motivos de esta agresión se remontan a 1830, cuando el gobierno francés reconoció la independencia de México y le dio un préstamo a cambio de recibir el trato de “nación más favorecida en el comercio”, lo que implicaba que los franceses recibirían privilegios comerciales que ningún otro país tendría. El gobierno nacional nunca cumplió con esta parte del compromiso y en cambio, afectó los intereses económicos de los franceses, pues, además de aplicar una política de prestamos forzosos contra los ciudadanos franceses radicados en México, los continuos levantamientos y revoluciones tendían a destruir sus negocios, casas y otras propiedades.

 

            En 1837, los ciudadanos franceses se quejaron de esta situación con su embajador, quien exigió al gobierno el pago de una abundante compensación para subsanar las pérdidas de sus compatriotas en el país. El gobierno mexicano se negó y con ello dio motivo para que los franceses enviaran soldados y barcos a Veracruz, este hecho enmarca la primera invasión francesa a México.

 

            Cuando Santa Anna se enteró en su hacienda del ataque que padeció el puerto de Veracruz, decidió actuar sin que las autoridades políticas y militares de México se lo solicitasen. Hizo acto de presencia en el puerto y trató negociar con los europeos, sin llegar a un arreglo satisfactorio para ambas partes. Los cañonazos contra Veracruz se incrementaron y los franceses procedieron al desembarco. Cuando Santa Anna intentó detener a los invasores, una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, la cual hubo de amputarle. Este hecho marcó el fin de la guerra, pues en 1839 los mexicanos tuvieron que comenzar las pláticas de paz. El gobierno nacional se comprometió a pagar las indemnizaciones exigidas y el préstamo dado por Francia en 1830. Quien más provecho sacó de este conflicto fue Santa Anna, pues dejó de ser traidor de la guerra de Texas y se transformó en el héroe de la guerra contra Francia, ya que estuvo dispuesto a sacrificar su integridad corpórea por mantener la integridad del país.

 

            Al mes de haber concluido la intervención francesa, Bustamante vio como Yucatán proclamaba por primera vez su independencia de México. Los motivos que esgrimieron para justificar tal acción fueron; que con la llegada del centralismo, el estado había perdido privilegios económicos que siempre había tenido por tratarse de una de las regiones más pobres del país. En primera instancia, el gobierno trato de negociar para solucionar el conflicto, pero al no lograrlo, optó por utilizar la fuerza al iniciar un ataque terrestre y bloquear todos los puertos de la península. La medida fracasó y solo tras otra ronda de negociaciones Yucatán se reincorpora en 1843.

 

            Esta situación no podía durar mucho más. El país estaba inmerso en una situación caótica como nunca se había visto, pues las rencillas internas aumentaban y mientras el territorio se disgregaba sin que las autoridades pudieran evitarlo. En 1841 estalló en Guadalajara un levantamiento militar en contra de Bustamante y la Constitución de 1836. El presidente no quiso ser factor de discordia por segunda vez y al enterarse de es movimiento, se exilió.

 

            Los levantados proclamaron a Santa Anna como presidente de México y este invitó, en 1842, al Congreso para que diera a la nación una nueva Constitución. Estos fueron tiempos que se caracterizaron por la manera de gobernar del caudillo veracruzano al margen de la ley. Deseaba suprimir la autonomía del Congreso, se ausentó varias veces de la capital sin la autorización de este y mando a encarcelar a aquellos gobernadores que se negaron a hacer lo que se les pedía.

 

            Esta dictadura no podía llegar a buen fin. En 1844 estalló otro levantamiento armado en Guadalajara que derrotó a Santa Anna y llevó a la presidencia al Gral. José Joaquín Herrera, quien poco pudo gobernar por la amenaza de una guerra con Estados Unidos -país que no disimulaba su deseo de anexarse territorio mexicano- y los continuos levantamientos de los federalistas.

 

           

 

            Hasta aquí esta nota sintehistográfica del periodo de La República Centralista (1835-1846) y la Independencia de Texas.

 

El Primer Imperio Mexicano

A través de los ojos de un masón la Historia de México

El primer Imperio Mexicano (1821-1823)

 

            El arribo a la cdmx de los insurgentes fue motivo de regocijo, pues para muchos implicaba el fin de una larga lucha. Pese a ello, había una minoría que se preocupaba, pues consideraba que esto solo marcaba el inicio de un proceso más delicado e igualmente importante en la construcción de un país. La primera acción que se tomó fue crear una Junta Provisional de Gobierno que, como su nombre lo indica, se encargaría de gobernar hasta que hubiera un emperador. Acto seguido se mandó una carta a Fernando VII en la que se le invitaba a él o uno de sus familiares a que aceptara el trono del Imperio Mexicano.

 

            Escaso tiempo pasó, cuestión de días, para que las diferencias ideológicas entre los mexicanos estallaran y muestra de ello fue el Congreso que se formó para que detentara el poder legislativo. En su interior se podían encontrar tres tendencias: monárquicos, republicanos y borbonistas. Los primero apoyaban la monarquía moderada que se había plasmado en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba y no les desagradaba la idea de que el propio Iturbide terminara coronándose emperador del país. Los republicanos, en su mayoría insurgentes que habían peleado por la causa desde 1811 y 1812, temían que el imperio terminara convirtiéndose en un régimen absolutista controlado por Iturbide; su propuesta era copiar el patrón del gobierno de Estados Unidos, país al que veían como modelo a seguir. Los borbonistas se encontraban a la mitad pues estaban dispuestos a apoyar cualquiera de estas opciones dependiendo de quien fuera monarca; aclaraban que, si no venía a gobernar estas tierras un rey de la casa Borbón, preferían un gobierno republicano.

 

            La situación empeoró cuando llegó la respuesta del rey de España; ni él ni ninguno de sus familiares ocuparía el trono mexicano, en cuanto a que no reconocían la independencia de la Nueva España. Aunque hubo quienes desde tiempo atrás habían dicho que esa iba a ser la respuesta, la noticia cayó como balde de agua fría en México pues alteraba los planes que se tenían. En cambio, quienes más se regocijaron por la nueva fueron los iturbidistas, pues imaginaban a su líder como máximo gobernante del país. En la noche del 18 de mayo de 1822 los acontecimientos se precipitaron. Un grupo de soldados salió por las calles de la capital – hay quienes aseguran que fueron azuzados por el propio Iturbide- gritando; “¡viva Agustín I, emperador de México!” a esta proclama se le unió el pueblo y por la mañana, el ejercito. Ante esta presión tan fuerte, el congreso declaró emperador a Iturbide, sin haber terminado aún la Constitución que debía regir el imperio.

 

            A partir de este momento las relaciones entre Iturbide y el Congreso se hicieron tirantes. En principio, a los miembros del poder legislativo les irrito que se hubiera ejercido tanta presión respecto a la coronación, pero, también esta situación alteraba su funcionamiento pues ahora debían debatir sobre los títulos nobiliarios, la corte del emperador. Y dejar la Constitución en un plano secundario. El motivo de mayor tensión entre ambos poderes fue la cuestión presupuestal, pues después de haber calculado que la recaudación fiscal en 1822 iba a ser de 11 millones de pesos, insuficiente para el funcionamiento óptimo del gobierno, el emperador quiso que 10 millones de pesos fueran destinados al ejercito, su fiel soporte. Como no existía una Carta Magna que especificara los derechos de cada poder, la controversia no pudo zanjarse hasta que Iturbide, de manera arbitraria se atribuyó el poder de vetar las decisiones del Congreso.

 

            Estas disputas le restaron seguidores en el Congreso al emperador y como consecuencia, las ideas republicanas comenzaron a fortalecerse en medio de conspiraciones cuya meta era deponer al gobernante. A más de un año de la consumación de la independencia, Iturbide no podía gobernar su imperio, pues tenía que descubrir conspiraciones y encarcelar diputados subversivos. La única opción de gobernabilidad que encontró fue la disolución del Congreso y su substitución por una Junta de Notables formada por los pocos amigos que le restaban.

 

            El contexto político estaba tan candente que el ejercito consideró que debía intervenir para ponerle fin. Como Iturbide ya no les era de utilidad, en diciembre de 1822 organizaron un levantamiento armado encabezado por Antonio López de Santa Anna. Los levantados firmaron el Plan de Veracruz en el que repudiaban a Iturbide y proponían la república como forma de gobierno. A este levantamiento se unieron antiguos insurgentes de prestigio como; Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo. A inicios de 1823, el emperador, que inicialmente no le había dado importancia al movimiento, ante los hechos consumados, abdico y se exilió con su familia en Italia. Posteriormente Iturbide regresaría a México intentando recuperar el poder, pero fue apresado y fusilado en Padilla, Tamaulipas, en 1824.

 

La Revolución Mexicana una lucha armada

La Revolución Mexicana una lucha armada

A traves de los Ojos de un Masón

La Revolución Mexicana

Una lucha armada (1910-1917)

Etapa Maderista (1910-1913)

Comenzamos por narrar lo que pudimos darnos cuenta por las notas anteriores, en las elecciones de julio de 1910, Díaz volvió a triunfar una vez más, pasada el peligro, Madero y sus compañeros fueron liberados, mientras otros miembros de su partido impugnaban inútilmente el proceso electoral ante la Cámara de Diputados.

Una vez libre, Madero huyó a San Antonio, Texas, y ahí redacto el Plan de San Luis Potosí con algunos de sus partidarios, entre ellos Aquiles Serdán. Cuando éste regresó a ciudad de Puebla a su lugar de residencia, fue muerto por la policía, convirtiéndolo en la primera víctima de la revolución. Tradicionalmente se le consideraba el primer documento de la Revolución Mexicana, pues en el se declaraban nulas las elecciones y la desaparición de los poderes nacionales; que Madero asumiría provisionalmente la presidencia y convocaría a elecciones, también, se prometía a los indígenas la restitución de sus tierras y se invitaba a que los mexicanos se levantaran en armas el 20 de noviembre de 1910.

Llegado ese día 20 de noviembre, fueron pocos los que atendieron al llamado debido a que el Plan de San Luis había tenido poca difusión en un pueblo muy diezmado, además Madero había regresado al país un día anterior. Al comenzar el año del 1911 la situación era diferente debido al resurgimiento de varios grupos de rebeldes del norte y centro de la república. Estos movimientos estaban encabezados por hombres distintos orígenes y con distintos objetivos. Pascual Orozco, un ranchero de familia acomodada que por el monopolio político de la familia Terrazas no había podido llevar a cabo sus aspiraciones políticas en Chihuahua, también se encontraba Doroteo Arango, conocido como Francisco (Pancho) Villa, orillado al bandolerismo por las circunstancias que vivía el país. Sus acciones carecían de principios ideológicos, más bien, parecían viscerales por el gran resentimiento que conservaba. Para atraer gente a su movimiento revolucionario, proponía el reparto agrario con la promesa de convertir a los campesinos en pequeños propietarios.

Uno de los líderes más famosos fue Emiliano Zapata, en el estado de Morelos, el inició la lucha armada para que les fuera restituidas las tierras a los campesinos que habían sido despojados de ellas y exigía el reparto agrario para que beneficiara a aquellos que jamás hubieran sido propietarios. Proponía que las tierras restituidas fueran trabajadas colectivamente. Aunque la labor de Zapata fue loable, dado que Zapata era de los pocos campesinos morelenses que vivían modestamente como caballerango. La problemática de su movimiento consistió en que fue muy local. Al parecer el lema de “Tierra y Libertad” fue posterior al inicio de este movimiento revolucionario.

Aunque estos líderes; Emiliano Zapata en el estado de Morelos, Pascual Orozco y Francisco Villa en Chihuahua, incluyendo a Francisco Ignacio Madero, carecían de experiencia militar, lograron organizar contingentes armados que una y otra vez derrotaron a un viejo ejército federal, mal preparado y con un armamento anticuado. A pesar de que sus generales le ocultaban estas derrotas a Díaz, gracias a sus informadores, Díaz estaba enterado y a inicios de 1911 le empezaron a preocupar.

Cuando la Ciudad Juárez fue tomada en mayo de 1911 por los revolucionarios, Madero fue nombrado presidente provisional y de inmediato comenzó a realizar negociaciones con Díaz para que este dejara el poder. Díaz sabía que todo estaba perdido, así que aceptó negociar con los levantados. A finales de ese mes las partes en conflicto llegaron a un acuerdo en el que el presidente renunciaba a su puesto a cambio de que Madero aceptara a Francisco León de la Barra como presidente interino, en ese momento Francisco León ocupaba el puesto de secretario de Relaciones Exteriores y que se comprometiera a no hacer cambios en los poderes ejecutivo y judicial. Aunque tales disposiciones violaban lo establecido en el Plan de San Luis, el jefe revolucionario las aceptó al considerar que era la única forma de consumar el movimiento que había iniciado.

A finales de 1911 se llevaron a cabo las elecciones presidenciales, habiendo ganado la dupla Francisco I. Madero y José María Pino Suárez. Pero, el contexto del momento ya no le era tan favorable al líder revolucionario, debido a su pacto con Díaz, el reconocimiento de León de la Barra y el haber permitido el licenciamiento de las tropas revolucionarias fueron actos que le restaron popularidad y apoyos. El inicio de la presidencia de Madero fue muy difícil, dado que contaba con un Congreso y una Suprema Corte de Justicia porfiristas que hacían muy bien su labor, es decir, oponerse constantemente al ejecutivo. Sin embargo, no tomó medidas al respecto, pues había acordado con Díaz que las elecciones para revocar poderes se harían efectivas en 1912, Madero estaba dispuesto a respetar y sostener su palabra.

Otro elemento que dificultó la labor política de Madero fue la prensa. Como liberal que era (Gr 32° del Supremo Consejo) quitó las trabas a la prensa que la habían obstaculizado para que esta pudiera laborar en un ámbito de plena libertad de expresión. Ni las reflexiones de su hermano Gustavo A. Madero lo pudieron convencer para no dar este paso libertario, respecto a que la liberación de obstáculos de la prensa pasaría a un estado de “autonomía total” después del “sometimiento” en que se encontraba en el porfiriato, pero, Madero, habiendo dado la Libertad de Prensa, despiadadamente se convirtió en el blanco noticioso por la prensa porfirista. Claro es que la prensa Maderista salió en la defensa del presidente, pero, la utilización de argumentos un tanto dogmatizados, aunado a la sospecha de que era financiada por el régimen, le restaron fuerzas para poder cumplir con lo que había propuesto.

Un obstáculo adicional en la gestión de Madero fue la urgente necesidad de pacificar el país. Al parecer, el presidente no entendía como era posible que hubiera caudillos levantados en armas si la Revolución ya había cumplido con su objetivo, derrocar a Porfirio Díaz. Lo que jamás comprendió fue que cada caudillo tenía un concepto diferente de Revolución y así para él, ésta debía acabar con la dictadura, para Zapata, por citar un ejemplo; La Revolución no acabaría hasta que se cumpliera con el reparto y restitución agrarias. Por ello, cuando Zapata, Orozco, Villa, Félix Díaz y otros no vieron cumplidas sus expectativas, continuaron luchando, solo que ahora contra Madero. Así, en 1912, Zapata emitió su Plan de Ayala y Orozco El Pacto de la Empacadora, documentos que entre otras cosas desconocían a Madero como presidente legítimo de México.

De todos los movimientos que se presentaron, se consideró como más peligroso el movimiento de Zapata en el estado de Morelos, pues se expandía con suma rapidez en las cercanías de la ciudad de México. Madero en principio trató de dialogar con Zapata, el caudillo suriano, pero, no pudieron llegar a un acuerdo, debido a que Madero se rehusó a hacer el reparto agrario. Tras este rotundo fracaso, el presidente inició una persecución armada contra el revolucionario que fracasó pues nunca se pudo tomar prisionero.

En el mes de noviembre de 1911, Bernardo Reyes regresó al país para encabezar un movimiento contra Madero que le permitiera ocupar la presidencia. Publica el Plan de la Soledad, en el acusaba a Madero de ser un dictador, lo File:Orozco-poem.jpg - Wikipediadesconocía como presidente de México y otorgaba el mando supremo del movimiento a los militares de mayor rango o graduación. El plan no fue secundado por la sociedad mexicana, por la que Reyes fue aprendido con cierta facilidad. Aunque las leyes indicaban que el prisionero debía ser ejecutado por traición. Madero mostró debilidad al perdonarle la vida y tomarlo prisionero en la cárcel de Santiago Tlatelolco, localizada en la ciudad de México. En 1912, Pascual Orozco, también se levanto en armas contra el gobierno de Madero y dio a la luz pública su Pacto de la Empacadora, un texto que, por buscar un apoyo total de la sociedad, era por naturaleza un tanto contradictorio. En él, Orozco desconocía a Madero, pero, curiosamente no se proponía a candidato alguno al interinato de la presidencia. De los insurrectos fue el más fácil de someter, dado que Madero envió a Victoriano Huerta a combatirlo de la contienda, Huerta logró aprenderlo en el mes de agosto del mismo año.

Otro caudillo Revolucionario fue el sobrino de Porfirio Díaz, Félix Díaz, quien, en octubre de 1912, encabezó un levantamiento contra el gobierno en el puerto de Veracruz. Acusó a Madero de ser incapaz de garantizar la paz en el país. Las tropas federales le derrotaron y fácilmente lo apresaron. La Suprema Corte de Justicia, por presiones de los grupos acomodados de la ciudad de México, le conmutó la pena de muerte por la de cadena perpetua. Al igual que Bernardo Reyes fue encarcelado en la prisión de Tlatelolco.

En realidad, Don Francisco I. Madero no pudo hacer mucho por el país, pues su administración se caracterizó más bien por solucionar problemas de carácter político y militar, que por gobernar al pueblo. Sin embargo, la verdadera crisis del maderismo llegó en febrero de 1913.

El día 9 de febrero de 1913, un contingente encabezado por el Gral. Manuel Mondragón se dirigió a la cárcel de Tlatelolco para liberar a Reyes y a Díaz. Cuando Reyes salió de prisión se dirigió a la Plaza de la Constitución (Zócalo o plaza mayor) para levantar a la guarnición del Palacio Nacional, pero, en el ataque perdió la vida.

Félix Díaz y Mondragón establecieron su cuartel en la Ciudadela, desde donde planearon y organizaron la caída del presidente. Cuando Madero tuvo noticias, marchó a Palacio Nacional y le encargó al Gral. Victoriano Huerta que sometiera a los atrincherados de la Ciudadela. Sin embargo, Huerta, tenía sus planes y envió a un representante suyo a negociar con los atrincherados.

Mientras tanto el embajador de Estados Unidos en México, Henry Lane Wilson, decidió intervenir en el conflicto. El 18 de febrero Díaz y Huerta firmaron un tratado en el que el embajador americano fungió como testigo, en el Pacto de la Embajada, donde se acordó que Huerta detendría a Madero y Pino Suárez, así como que ocuparía temporalmente la presidencia para convocar al Congreso a unas elecciones en las que ganaría Félix Díaz. Al día siguiente Madero y Pino Suárez fueron obligados por Huerta a presentar sus renuncias al Congreso, el cual lo nombró presidente interino a Pedro Lascuráin, que en cuarenta y cinco minutos nombró a Huerta como único miembro de su gabinete y renunció a la presidencia del país. Por eliminación, Victoriano Huerta debía ocupar provisionalmente la presidencia. Don Francisco Ignacio Madero y José María Pino Suárez, estuvieron encarcelados en Palacio Nacional y el 22 de febrero de 1913, el Gral. Victoriano Huerta ordenó su asesinato.

Con relación al personaje revolucionario Francisco Villa (1878-1923) vividas por las circunstancias sociales del país he tomado muy poca referencia como parte de su biografía elegantemente manuscrita por el Primer Cronista de Parral, Don Adalgo Carrasco Vargas.

En las siguientes notas sintehistográficas virtuales de la Revolución Mexicana (1910-1917), continuamos con el gobierno del Gral. Victoriano Huerta (1913-1914).

Es cuanto

Félix Ornelas V.

Or.: de Irapuato Gto., a 15 de junio de 2021 e.:v.:

A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN MASÓN. Parte 1

A TRAVÉS DE LOS OJOS DE UN MASÓN. Parte 1

Primera Parte Historia de México y la Masonería

Antecedente al primer Imperio Mexicano (1820-1821)

Antes de iniciar la nota se debe hacer remembranza al movimiento de Iturbide y la consumación de la Independencia dadas las condiciones criticas en que se encontraba en amalgama social, debido a los acontecimientos en la España, pues se tenía noticias en el 1º de enero de 1820 de que el coronel Rafael de Riego y las tropas a su mando se levantaron en armas contra el rey Fernando VII. Desde 1815 grupos de militares, comerciantes, nobles, sacerdotes, etc. todos ellos liberales, habían conspirado contra el rey por ser un gobernante absolutista, no obstante, ninguna de estas conjuras se concretó. La situación de Riego era diferente. El era liberal, estaba de acuerdo con las independencias americanas, pues consideraba que estas ya no se podían detener y además, se encontraba en Cádiz a punto de ser enviado a pelear en el virreinato del Rio de la Plata, Argentina, contra los insurgentes. Fue en este contexto que el coronel tomó la decisión de organizar un levantamiento armado del tipo constitucionalista que acabara con la monarquía absoluta en España y de paso evitar su traslado a América.

Por Félix Ornelas de Irapuato Gto

Cuando las noticias del movimiento de Riego se difundieron por toda la península ibérica, otros liberales siguieron el ejemplo y tomaron las armas en favor de la instauración de la Constitución de 1812. Fernando VII no dio importancia a estos hechos en un inicio, pero, cuando la guarnición de Madrid se declaró en rebeldía en marzo, se dio por vencido y en el mismo mes juró por segunda vez dicha Constitución. Lo anterior significó que el rey tenía que compartir el poder con el bando ganador, es decir, con los liberales.

Cuando las noticias de lo sucedido en España llegaron a la Nueva España en el mes de julio, parte de la élite se mostró satisfecha, pues veían en todo ello un gran avance. Los criollos creyeron que el nuevo gobierno liberal iba a hacer cambios substanciales que fueran benéficos para ellos; algunos peninsulares consideraban que al acabarse la monarquía absolutista las cosas mejorarían en materia política, sin embargo, todas estas expectativas no fueron cumplidas en lo absoluto. El gobierno español se mostró con los criollos en la misma forma que en los tiempos del absolutismo, pues siguió ignorando sus demandas políticas, a los peninsulares tampoco les fue bien, pues las nuevas autoridades suprimieron los fueros militares, por ejemplo; El derecho de los miembros del ejercito a ser juzgados por sus propios tribunales, se quitó la prueba de la hidalguía y nobleza, para todos aquellos que quisieran ocupar cargos públicos. El clero tampoco salió ileso pues fue expulsada, por segunda vez la Compañía de Jesús y se planeó la implementación de una política secularizadora de los bienes de la iglesia, tanto en España como en América.

Criollos y peninsulares, laicos y clérigos, ciudadanos y funcionarios vieron cómo la Constitución afectaba sus intereses sin que tuvieran los elementos para defenderse. Fue entonces cuando llegaron a un acuerdo; era tiempo de unirse para luchar por la independencia. Se reunieron en la iglesia de La Profesa, ubicada en la cdmx y acordaron que para la consecución de los planes debían unificar al movimiento insurgente, labor delicada que debía ser encomendada a una persona capaz e inteligente. Los congregantes decidieron que solo había una persona que tenía esas virtudes; Agustín de Iturbide. Se trataba de un criollo que desde el inicio del conflicto había peleado con gran éxito a favor de la corona española. Los insurgentes lo conocían muy bien, pues era famoso por no tener consideración alguna con ellos. Cuando le hicieron el ofrecimiento de agrupar a la insurgencia y consumar la independencia, aceptó de inmediato.

Es evidente que Iturbide sabía que el primer paso por dar era el de unirse a un insurgente importante y que fuera famoso entre aquellos que habían peleado por la independencia. Escogió a Vicente Guerrero, pues se trataba de un mulato que desde tiempos de Morelos había combatido en la insurgencia en el actual estado que lleva su Apellido. Iturbide fue a la tierra del líder insurgente para entrevistarse con el y atraerlo a su causa. El criollo convenció a Guerrero de que el único camino para consumar la independencia era la unión entre ambos. Esta cohesión se hizo oficial cuando ambos caudillos y sus tropas se reunieron en el poblado de Acatempan. Ahí Guerrero e Iturbide se dieron un abrazo y firmaron el “Plan de Iguala”, documento en el que se establecían los principios básicos del gobierno del Imperio Mexicano. Un dato importante del mismo plan es que se iba a ofrecer la corona al rey de España o en su caso de que no pudiera a alguno de sus familiares. Parecería que se trataba de una contradicción, pero Iturbide, no lo veía así, pues lo que deseaba era la separación de España y que permitiera a los criollos tener poder.

A partir de ese momento, Iturbide llevó a cabo una campaña dual. De día utilizaba las armas contra aquellos que se le oponían y por la noche escribía cartas a los militares, políticos y religiosos importantes para que se unieran a su causa. A fines de 1820 e inicios de 1821 era un hacho que la segunda política había sido más efectiva, pues obispos y militares tan importantes como; Antonio López de Santa Anna, Anastasio Bustamante y Manuel Gómez Pedraza, todos ellos realistas consumados, se habían pasado a su bando, Iturbide, en un acto audaz, invitó al virrey a que se uniera, pero este declinó el ofrecimiento por ser adicto a la corona.

Cuando Iturbide ya controlaba todo el virreinato, a excepción de la cdmx y Veracruz, desembarcó en la nueva España el nuevo virrey. Se trataba de Juan O´Donojú, un liberal que simpatizaba con la causa independentista y que, como militar, sabía que todo estaba perdido para España, todo ello explica el porqué de cuando Iturbide le solicitó una entrevista, se la concedió.

En agosto de 1821 ambos personajes se encontraron en la ciudad de Córdoba, Veracruz, en el que O´Donojú aceptó firmar los tratados que llevan el nombre de este lugar. Estos documentos son una ratificación del “Plan de Iguala” a excepción de un punto, en el que se especificaba que si el rey de España no venía o no enviaba a ningún familiar para que ocupase el trono, entonces los mexicanos escogerían a su emperador.

Tras haber firmado los Tratados de Córdoba, los Insurgentes se dirigieron a la cdmx. Por la fuerza y el tamaño del ejercito enemigo, las tropas realistas que defendían la capital no opusieron resistencia. El 27 de septiembre de 1821 a las 1100 h entraban los insurgentes a cdmx y consumaban así la independencia del país.

Sean estas líneas, parte del acervo cultural de nuestro México, esta nota es referida a un libro de Historia de México llevado en mis estudios de secundaria en el año de 1959. En ese tiempo me pregunté, porqué se celebraba la Independencia el 16 de septiembre, poco después me di cuenta, que se celebra el inicio de este movimiento independentista, luego observe, que cuando fue incorporada la CLyF del Centro a la CFE se utilizó el 27 de septiembre, se manifiesta como nacionalización de la industria eléctrica, fue entonces que comprendí la relación criolla y peninsular en que vive actualmente la CFE.